lunes, 26 de septiembre de 2016

LA EXPIACIÓN DE JESUCRISTO

"Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios; porque he aquí, el Señor vuestro Redentor padeció la muerte en la carne; por tanto, sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo hombre pudiese arrepentirse y venir a él" .

Doctrina y Convenios 18:10-11
 
 
Hola estimados Hermanos y lectores de este mi blog de aprendizaje, como lo dice el título de esta entrada hoy trataremos de comprender la expiación de nuestro Salvador Jesucristo, espero les guste la publicación.
Para lograr una comprensión integral de la Expiación debemos recordar un poco de la vida preterrenal que todos tuvimos, ¿listos?
 
 
La vida preterrenal
Antes de nacer en la tierra, vivíamos en la presencia de nuestro Padre Celestial como Sus hijos procreados como espíritus.
 
 
Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas estas había muchas de las nobles y grandes; y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A estos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer.
Abraham 3:22-23
 
 
En esa existencia preterrenal, participamos en un concilio junto con los demás hijos del Padre Celestial procreados como espíritus. En ese concilio, el Padre Celestial presentó Su plan y Jesucristo hizo convenio en la vida preterrenal de ser el Salvador.

Nosotros utilizamos nuestro albedrío para seguir el plan del Padre Celestial, A los que siguieron a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo se les permitió venir a la Tierra para experimentar la condición de seres mortales y progresar hacia la vida eterna. Lucifer, otro hijo de Dios procreado en espíritu, se rebeló contra el plan y llegó a ser Satanás. Él y sus seguidores fueron expulsados del cielo y se les negaron los privilegios de recibir un cuerpo físico y de experimentar la vida terrenal.
 
 
Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él.
2 Nefi 2:27
 

Pues bien, una vez recordado un poco esto ahora pasemos de lleno a tratar de comprender.
 
 
 
La Expiación de Jesucristo
Jesucristo fue preordenado en el concilio de la vida preterrenal para ser nuestro Salvador y Redentor. Vino a la tierra y padeció y murió por su propia voluntad para redimir a todo el género humano de los efectos negativos de la Caída y para pagar el castigo por nuestros pecados. La victoria de Jesucristo sobre la muerte espiritual y la física mediante Su sufrimiento, muerte y resurrección se llama la Expiación. Su sacrificio beneficia a cada uno de nosotros y demuestra el valor infinito de cada hijo del Padre Celestial.
Solo por medio de Jesucristo podemos ser salvos, ya que Él era el único capaz de realizar una expiación infinita y eterna por todo el género humano.
 
 
Porque es necesario que se realice una expiación; pues según el gran plan del Dios Eterno, debe efectuarse una expiación, o de lo contrario, todo el género humano inevitablemente debe perecer; sí, todos se han endurecido; sí, todos han caído y están perdidos, y, de no ser por la expiación que es necesario que se haga, deben perecer. Porque es preciso que haya un gran y postrer sacrificio; sí, no un sacrificio de hombre, ni de bestia, ni de ningún género de ave; pues no será un sacrificio humano, sino debe ser un sacrificio infinito y eterno.
Alma 34:9-10
 
 
Solamente Él tenía el poder para vencer la muerte física. De María, Su madre terrenal, heredó la capacidad de morir; de Dios, Su Padre inmortal, heredó el poder de vivir para siempre o de entregar la vida y volverla a tomar. Él solo podía redimirnos de nuestros pecados; puesto que llevó una vida perfecta y sin pecado, estaba libre de las demandas de la justicia y podía pagar la deuda por quienes se arrepienten. La expiación de Jesucristo incluyó Su padecimiento por los pecados de la humanidad en el Jardín de Getsemaní, el derramamiento de Su sangre, Su sufrimiento y muerte en la cruz, y Su resurrección literal. Él fue el primero en resucitar. Se levantó de la tumba con un cuerpo glorificado e inmortal de carne y hueso.
 
 
Y mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: Paz a vosotros. Entonces ellos, espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu. Mas él les dijo: ¿Por qué estáis turbados y surgen dudas en vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
Lucas 24:36-39
 
 
Debido a Su expiación, todo el género humano resucitará con un cuerpo perfecto e inmortal, y serán llevados de regreso a la presencia de Dios para ser juzgados. El sacrificio expiatorio de Jesucristo proporcionó el único modo de que seamos limpiados y perdonados por nuestros pecados a fin de poder morar en la presencia de Dios eternamente.
 
 
Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres.
Doctrina y Convenios 19:16-19
 
 
Como parte de Su expiación, Jesucristo no solo padeció por nuestros pecados, sino que también tomó sobre sí los dolores, tentaciones, enfermedades y dolencias de todo el género humano.
 
 
Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo. Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus debilidades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos. Ahora bien, el Espíritu sabe todas las cosas; sin embargo, el Hijo de Dios padece según la carne, a fin de tomar sobre sí los pecados de su pueblo, para borrar sus transgresiones según el poder de su liberación; y he aquí, este es el testimonio que hay en mí.
Alma 7:11-13
 
 
Él comprende nuestros padecimientos porque los ha experimentado. Al acudir a Él con fe, el Salvador nos fortalecerá para que llevemos nuestras cargas y logremos tareas que no podríamos realizar por nuestra propia cuenta.
 
 
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.
Mateo 11:28-30
 
 
Sin embargo, al pagar el precio de nuestros pecados, Jesucristo no nos eximió de nuestra responsabilidad personal. A fin de aceptar Su sacrificio, ser limpiados de nuestros pecados y heredar la vida eterna, debemos ejercer la fe en Él, arrepentirnos, bautizarnos, recibir el Espíritu Santo, y perseverar fielmente hasta el final de la vida.
 
 
He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo. Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio.
3 Nefi 11:10-11
 
 
Pues bien mis hermanos, ¿se han dado cuenta de todo lo que significa el sacrificio que hizo aquél, el hijo de Dios hecho hombre, hace 2016 años? Algo verdaderamente valiosísimo para que tú o yo estemos en calidad de consentidos teniendo la oportunidad de estar aprendiendo y, al término de nuestra vida terrenal y según como elegimos llevarla, regresar a la gloria celestial. Por lo tanto, te invito a que conozcamos el Evangelio Restaurado...
 
 
Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, este es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive!
Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre; que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son No engendrados hijos e hijas para Dios.
Doctrina y Convenios 76:22-24
 
 
... y lo cumplamos para ser merecedores; pero verdaderamente ejercerlo aunque parezca muy difícil llevarlo a cabo porque Jesucristo prometió mucho para aquellos que lo siguieran, todo un reino, pero también recordemos que su reino no es de este mundo como Él lo exclamara.
¡Vamos: Arriba, Ánimo y Adelante!
 
 
Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre.
Mosíah 3:19

Fuente: lds.org

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